Las Cibercomunidades
Normalmente
las cibercomunidades incluyen individuos de países diferentes, sin tener en
consideración las fronteras.
Se pueden
distinguir dos tipos de comunidades digitales:
- - La
seudo-comunidad (permanente o transitoria): formada por todas las personas
que usan con cierta frecuencia un mismo "canal", como un foro
("newsgroup"), un "chat room", una lista de correo o
un servidor de páginas personales. En su nivel mínimo de interacción,
puede ser comparada a la "comunidad" de los suscriptores de una
revista lo cual, evidentemente, cumple muy poco con lo que implica el
concepto de "comunidad" en términos sociales (ya que no pasa de
la "comunidad de -ciertos- intereses"). Obviamente un "chat
room" (diálogo en línea con múltiples interlocutores) implica ya algo
más en el sentido de participación, y puede llegar a transformarse en una "comunidad
formal".
- - La comunidad
digital formal: En este caso encontramos muchos de los componentes que
caracterizan una verdadera comunidad social: objetivos, valores, lenguaje
y experiencias comunes, así como un cierto espacio, aunque éste es la red
y no un espacio físico limitado. Esta última característica es lo que
permite hablar de "comunidad virtual", aunque la virtualidad
puede reducirse a la condición de no-presencia física. Sin embargo, no
debe caerse en la trampa de pensar que todo lo demás es real. En este tipo
de comunicación a distancia, es muy fácil engañar acerca de la identidad.
Existen incluso cibercomunidades fundadas en este principio: sus
participantes inventan personalidades ficticias y comparten un ambiente e
interacciones totalmente artificiales. Esto puede estar regulado, como en
los juegos de rol en red ("MUDDs: multi-user dungeons and
dragons"), o desarrollarse libremente (como en los "MUSHs:
multi-user shared hallucination"). Por esto nos parece que debería
distinguirse entre "cibercomunidades reales" y "cibercomunidades
ficticias" (que serían las "virtuales" en sentido más
estricto) aunque, en las "reales", puedan fácilmente aparecer
rasgos ficticios y la -muy corta- historia de las cibercomunidades muestra
que se tiende a mezclar ambas (¿No nos creamos también, con cierta
frecuencia, una imagen algo ficticia en la vida real?).
Son atributos habituales de una comunidad el alto nivel de relevancia en la
identificación de los objetivos, la autoafirmación como comunidad, la
satisfacción efectiva de los miembros, la participación activa. Esto mismo
encontramos en las cibercomunidad formales, no así en las seudo-comunidades.
¿Comunidades reales?
¿Forman las cibercomunidades formales verdaderas comunidades? Todo depende
de lo que entendamos por "comunidad". La definición precisa de este
concepto genera discusiones entre sociólogos, antropólogos y otros cientistas
sociales. Lo cual no impide que todos tengamos una idea bastante precisa acerca
de lo que representa y somos capaces de decir a qué comunidades pertenecemos o
no pertenecemos. De hecho, el sentido de pertenencia es el núcleo que funda la
comunidad. Y éste supone una adhesión que también implica el compartir valores,
objetivos y sentido de identidad.
Podemos encontrar todas estas características en la definición de las
cibercomunidades formales, por lo que vemos aquí que el concepto de comunidad
no parece incluir necesariamente el de co-presencia física (el juntarse regular
u ocasionalmente en un determinado lugar). La forma de la distribución
geográfica y del contacto comunicacional ha ido perdiendo importancia a medida
que las comunicaciones han mejorado y han "achicado" las distancias.
Así, no sería de extrañar que Internet nos lleve a ampliar y vivir de una nueva
manera nuestra experiencia de comunidad.
¿Comunidades reguladas o no reguladas?
Una comunidad "natural" también se caracteriza habitualmente por
tener cierta estructura jerárquica y un sistema de control o gobierno, que le
asegura a la vez estabilidad y eficiencia en el logro de sus fines. Con las
cibercomunidades ha de considerarse una doble situación:
- La
sujeción a las normas legales: Esta es una problemática válida para todo
Internet. Son bien conocidas las dificultades existentes para aplicar
leyes nacionales o internacionales. Es obvio que se perseguirá y tratará
de eliminar, por todos los medios legales y policiales, cibercomunidades
que pretendan dedicarse a la pedofilia, el narcotráfico o el terrorismo.
Pero, fuera de estos casos límites, Internet será sin duda, globalmente,
más tolerante que muchas comunidades naturales particulares.
- La
fijación de normas o reglamentaciones propias: Como todo club puede crear
normas de conducta o estatutos propios, las cibercomunidades pueden,
evidentemente, crear sus propios códigos de comportamiento. Y mientras las
comunidades digitales informales pueden operar en base a un consenso
mínimo en torno a "reglas de etiqueta", las formales pueden
limitarse a éstas mismas o elaborar largos reglamentos, como ocurre en los
juegos de rol. Así, en el "ciberespacio" pueden convivir
comunidades digitales muy diversas en una escala que va desde la más cruda
realidad hasta la más loca utopía. Pero tanto en unas como en otras
existirán normas de conducta determinadas jerárquicamente (generalmente
por el creador de la comunidad), democráticamente (por las costumbres
implantadas progresivamente por los miembros) o por una combinación de
ambos sistemas. Y los transgresores, de una forma u otra, serán
expulsados.
Un excelente
estudio del comportamiento y de los sistemas de regulación en las comunidades
virtuales puede encontarse en "Cyberspace - A Contemporary Utopia?",
Dr. Diane Rowland, Department of Law, University of Wales, Aberystwyth - JILT,
Journal of Information, Law and Technology, 1998/3, http://www.law.warwick.ac.uk/jilt/98-3/rowland.html.